viernes, 20 de julio de 2018

25 AÑOS Y SEGUIMOS EN LA CARRETERA EL JERTE Y LA JARA, LOS VALLES ENCANTADOS


25 AÑOS Y SEGUIMOS EN LA CARRETERA
EL JERTE Y LA JARA, LOS VALLES ENCANCANTADOS
EXTREMADURA 2018


Hacía tiempo que teníamos ganas de un viaje juntos por España y en moto. Todos los planetas se alinearon y dieron como consecuencia 6 días de viaje.

La reunión anual de RCC se celebraba este año en Plasencia (Cáceres), muy cerca del pueblo de mis suegros, y decidimos ir, pero era una tirada muy larga para hacerla en un día, así que haríamos parada y fonda en Cuenca la primera noche.

Preparadas las rutas, contratados los hoteles, solo quedaba esperar que llegara el día de partida…¡¡¡y el día llegó!!!

MIÉRCOLES 23
Es entre semana, hay que madrugar para no pillar las caravanas de salida/entrada a Barcelona. Es lo mismo, las vamos a pillar “SÍ” o “SÍ”. A las 7 salimos; serían más de las 8 cuando comenzamos a subir los Bruc.

Habíamos pensado hacer una ruta turística y, en vez de irnos  por la costa, decidimos irnos por Lérida. No me cansaré de decir que la A-2 Barcelona-Lérida es de las carreteras más tediosas que uno se puede encontrar.

Parada en Vilasana, café, pasta y gasolina. Es una parada habitual cada vez que salgo por esta carretera.

Retomamos la ruta dirección Lérida, y en Fraga salimos a la N-211 dirección Mequinenza. Una parada de 10 minutos para unas gestiones, y seguimos.

La N-211 es una carretera serpenteante que bordea el embalse de Mequinenza con unas curvas muy rápidas y un firme muy bueno, que permite disfrutar de una conducción rápida y segura.

Pasamos Caspe, Alcañiz, y llegamos a Calanda donde paramos a descansar y a tomar algo. Calanda es famosa por su tamborrada, sus melocotones y por ser la cuna del famoso director de cine Luis Buñuel.



De vuelta a la ruta, seguimos por la N-420 dirección Montalbán, donde se une con la N-211, pero a la altura de Castell de Cabra giramos a la izquierda dirección Utrillas por la A-2402, un pequeño puerto con un firme en muy buen estado y donde disfrutamos de lo lindo.


En Escucha volvemos a enlazar con la N-420. Mezquita de Jarque, Perales de Alfambra, Peralejos y Teruel. Desde Teruel agarramos la N-330 hasta Torre Baja, donde vuelve a convertirse en N-420 y que no dejaremos ya hasta llegar a Cuenca.

Acomodados en el hotel y duchados después de un día supercaluroso, toca hacer turismo. Dirección las Casas Colgadas, lo más típico de aquí.
Empezamos a subir la cuesta y vemos las famosas casas. Unas construcciones en la roca y que sobresalen al vacío sobre unas vigas de madera de un tamaño considerable.





























Desde un pequeño mirador se ve el parador y una parte de las casas.



















Mientras hacíamos la visita, nos abordó un lugareño que nos identificó rápidamente como turistas y comenzó a darnos explicaciones sobre cómo llegar aquí y allí. Conocía el lugar y valía para eso. Le hicimos caso y nos fuimos hasta el mirador del Socorro, un lugar elevado desde donde se observaba todo el casco antiguo de Cuenca desde un lado y la Cuenca actual desde el otro.




Estaba haciéndose tarde y era la hora de cenar. Pues una buena cena y a descansar, que habían sido más de 500 kilómetros, y la espalda de Merche los había notado.

JUEVES 24
Levantarse, desayunar, preparar equipaje y… comenzar viaje otra vez.

Salimos de Cuenca por la A-40 dirección Tarancón con un día soleado, un día de esos que gustan para rodar, pero, como se suele decir, “poco dura la alegría en casa del pobre”, y a la altura de Naharros empezó a soplar un viento un poco impertinente y que, más adelante, se convirtió en un viento importante. Lo bueno es que soplaba siempre del mismo lado, así que por lo menos sabías por dónde te iba a dar.

El cielo se  empezó a oscurecer un poco sin llegar a llover, pero avisándonos de lo que vendría después.
Carrascosa del Campo, Alcázar del Rey, Paredes… En una de las salidas de la autovía, no recuerdo cuál, el viento me dio tal golpe que me tiró hacia fuera…, menos mal, de la salida. Merche me preguntó si es que me había equivocado.

A la altura de Tarancón nos vamos por la A-3 dirección Madrid para hacer una parada en Fuentidueña de Tajo y saludar a unos amigos que no nos esperaban y que se llevaron una buena sorpresa.

Algo más de una hora y un buen almuerzo, y de vuelta a la carretera, esta vez con un pequeño “txiri-miri” que no obligaba a chubasquero. Para no hacer marcha atrás, nos fuimos por una carretera local que nos sacaría otra vez a la A-40.

Ya en Ocaña, el GPS me jugó una mala pasada y me metió en la R-4. Después de la confusión, por fin encontramos la N-400 dirección Toledo, y ahí que vamos. Poco que decir…, buena carretera, rápida y con sol que volvía a lucir…, y llegando a Toledo que el GPS vuelve a hacer de las suyas, esta vez apagándose y dejando de funcionar. Parada en la entrada de Toledo a poner gasolina, refrescarnos un poco porque volvía a hacer calor, y a ver por dónde tirábamos.

Cruzar Toledo no fue muy bien: algún que otro despiste, alguna señal no muy clara y después de varias equivocaciones, por fin entramos en la CM-4000 que nos llevaría hasta Talavera de la Reina.

Una carretera estupenda donde seguimos disfrutando de la ruta. Y como me gustan los pueblos con nombres curiosos, pues paradita en…


 
Ya dentro de la A-5 y pasado Talavera, hacemos otra parada. Hacía mucho calor, y aunque la etapa no era de muchos kilómetros, ya notábamos las horas de moto.

De vuelta a la carretera veíamos que, por nuestra izquierda, la tarde se estaba complicando y unas nubes nos avisaban de lo que sería el resto de la jornada.

Pasamos Navalmoral de la Mata y encontramos el desvío hacia Plasencia, pero seguimos por la A-5. Queríamos pasar primero por Torrejón. Pasado Almaraz dejamos  la A-5, y hasta Jaraicejo fuimos por la antigua N-V.

En este tramo entre Almaraz y Jaraicejo, de apenas 30 kilómetros, se encuentra el puerto de Miravete. Un tramo muy divertido pero que, por tener la autovía paralela en su recorrido, la conservación es prácticamente nula, con un firme sin muchos baches pero roto en prácticamente su totalidad. Además, por estar lloviendo y por el viento que hacía, el asfalto estaba muy sucio de las hojas de los árboles. Hasta qué punto está desierta esta carretera que, a la salida de una curva, nos encontramos con un cervatillo.

Ya en Jaraicejo, giramos a la derecha por la EX­-385, 32 kilómetros divididos en 2 rectas prácticamente interminables bordeadas de encinas a ambos lados de la carretera. Y las nubes que nos volvían a dar tregua.
 

Llegamos al cruce donde nos indica a la derecha Plasencia por la EX­-208, pero antes pararíamos en Torrejón el Rubio, pueblo de mis suegros y donde nos haríamos una foto…

…Una foto planeada desde el primer día que decidimos hacer el viaje, una foto tan ansiada como desapercibida.
Justo en ese momento comenzó a llover y reemprendimos el viaje bajo el agua y sin chubasquero. No hace falta deciros cómo nos estábamos poniendo. Y de repente… deja de llover y medio aparece el sol y empezamos a secarnos un poco.

A todo esto, el GPS guardado, porque no es impermeable, y ya me ves a mí llegando a Plasencia sin saber dónde iba. Y vuelve a llover, una gota que parecía una pedrada. 200 metros para llegar a una gasolinera y poder resguardarnos…, 200 metros en los que nos cayó toda el agua de la que nos habíamos librado durante el todo el día. Cuando nos vieron entrar en la gasolinera nos miraban como bichos raros…”mal día para ir en moto, hoy” nos decían algunos.

Al final conseguimos llegar, empapados, pero llegamos.

Por fin en el hotel, ducha, deshacer maletas, poner ropa a secar… y pasear por el casco antiguo.
No me voy a extender en relatar lo maravillosa que es esta ciudad, pero como dijo el General MacArthur… “volveré”.

VIERNES 25
El día despertó con un cielo plomizo, amenazando lluvia, pero eso no nos frenó y salimos a hacer la ruta que teníamos planeada

Salimos por la EX-203 dirección Tejeda de Tiétar, una carretera en muy buen estado, pero algo mojada de la lluvia de la noche anterior.

Nuestra primera parada fue en el cementerio militar Alemán de Cuacos de Yuste. Es un pequeño cementerio donde, entre 1980 y 1983, se decidió reunir a los soldados alemanes que, o bien llegaron a las playas españolas después de haberse hundido sus barcos, o bien murieron después de ser rescatados.





En total hay 26 soldados de la I Guerra Mundial y 154 de la II Guerra Mundial.

En las fotos no se pueden apreciar, pero allí se pueden ver las edades de los soldados de la I y la II Guerra Mundial y se aprecia como la media de edad entre una guerra y otra baja considerablemente.
Seguidamente visitamos el Monasterio de Yuste, donde murió Carlos I. La verdad es que vale la pena visitarlo, aunque solo dejen hacer fotos en los exteriores. En el interior y en la iglesia está prohibido.  Una visita que no es que dure mucho, pero son de esas visitas que te relajan, que te hacen ralentizar tu vida.


                  



Salimos de Yuste y empezaba a chispear, y sin darnos cuenta nos callo una chupa de agua que no nos dio tiempo a protegernos, imaginaos como nos pusimos y en especial el cabreo que llevaba yo.
Íbamos por la EX­-391, una carretera estrecha y con muchas curvas pero con buen asfalto. Tranquilitos y poco a poco para adelante.

Llegamos a Garganta de la Olla y nos desviamos por la CC-17.4. Íbamos buscando la Cascada del Caozo, y la ruta ya la tenía marcada en el GPS. Pero en los “GPS” no te marca el estado de la carretera, y os puedo asegurar que fueron 16 km, hasta Piornal, de una carretera destrozada, con un asfalto que más bien parecía una pista forestal.

El paisaje era precioso, pero debía estar atento a la ruta para no caer en uno de esos agujeros que más bien parecían entradas de metro.

Llegamos a Piornal, donde comimos y nos secamos un poco. Después de comer, y aprovechando que volvía a hacer sol, visitamos la cascada del Caozo. ¿Quién ha dicho que Extremadura es un secarral?
¡¡¡ TOMA AGUA!!!



Ya de regreso a Plasencia por la CC-17.5, íbamos entre cerezos a uno y otro lado de la carretera. Era el valle del Jerte en estado puro.



El sol  lucía, la N-110 era perfecta, pero la maldición que nos perseguía volvió a hacerse presente y, a unos 4 km antes de llegar, se nubló de golpe y volvió a llover. Estaba claro que nuestro destino era entrar en Plasencia empapados.


Por la tarde teníamos previsto encontrarnos con los compañeros de RCC que poco a poco iban llegando. Una gran alegría volver a ver a unos y poder conocer a otros que aún no había tenido ocasión.

Recepción en al ayuntamiento por el Exmo. Alcalde, y cena entre amigos.

Terminado todo, nosotros a la cama, que estábamos cansados. Mañana, otra ruta en moto.

SABADO 26
Ruta con los amigos de RCC. Gran parte de la ruta era la misma que hicimos ayer, pero en sentido contrario. Y una visita sorpresa: nos llevaron a la parcela de un amigo de Javi, donde nos explicaron los tipos de cerezos y los tipos de cerezas que existían, y donde nos dejaron comer cerezas directamente del árbol. 

  











No hace falta decir que el sabor de la fruta recién cogida no tiene nada que ver con las que te comes compradas en el súper.






Visitado el Valle del Jerte, nos dirigimos a comer antes de visitar el Monfragüe.
El Salto del Gitano, un mirador desde donde se puede observar el verde turquesa del río Tajo.

        


Regresamos a Plasencia, esta vez sin mojarnos. Reunión de RCC y cena de hermandad.


Después de la cena, saludos, despedidas y a descansar, que mañana volvemos para casa, pero haciendo parada en “Torreznolandia”, en El Burgo de Osma, donde se comen unos de los mejores torreznos de toda Soria.

DOMINGO 27
Levantarse, desayunar y preparar maletas para comenzar el viaje de regreso.

La mañana pintaba bien, pero unas nubes por la zona donde deberíamos ir, nos hicieron pensar que el día no sería tan bueno como deseábamos.

Decidimos no hacer la ruta más lógica, que hubiera sido por la N-110, y nos fuimos por la N-630 dirección Salamanca. Tenía el antojo, desde hacía muchos años, de pasar con Merche por  Baños de Montemayor y el puerto de Béjar.

Después del capricho, nos desviamos por la SA-102 en Sorihuela hasta Piedrahita, donde enlazamos con la N-110 y que ya no dejaríamos hasta nuestro destino.

El cielo se estaba cerrando cada vez más, y teníamos claro que nos íbamos a mojar, pero queríamos llegar a comer a Ávila.
Lo conseguimos y paramos en Casa Eladio. La decoración de este sito era muy peculiar… Os invito a que lo busquéis en internet…, pero es que comimos de maravilla.

Fue aparcar, y descargó una tormenta impresionante. Si nos hubiera pillado en ruta…, seguro que nos mojamos.

Judías con oreja, huevos rotos con jamón, chorizo…¡¡¡QUE VIVA EL COLESTEROL!!!.
Un par de intentos de volver a la ruta, pero el agua nos volvía a fastidiar.
¡¡¡Ha parado de llover, venga, vámonos!!!

Y ahora, hacia Segovia. Villacastín, Fuentemilanos, Segovia, el cielo se volvía a cerrar, se abría, se cerraba otra vez, Sigueruelo, Santo Tomé del Puerto, se volvía a abrir.

Aún así estábamos teniendo una muy buena ruta, buena carretera y muy rápida.
En San Esteban de Gormaz enlazamos con la N-122, que en pocos kilómetros nos llevaría a El Burgo de Osma.
Parada en el hotel, y a hacer turismo.



     





Y ¡cómo no!, no podíamos pasar por El Burgo de Osma y no comernos unos torreznos en el Círculo Católico. ¡¡¡Y QUE SIGA VIVIENDO EL COLESTEROL!!!








Después de la visita turística, al hotel a descansar, que mañana queda más.

LUNES 28
Pues como siempre, levantarse, desayunar y preparar maletas. Lo primero fue mirar por la ventana y… nublado y amenaza de agua.

Nada más dejar El Busrgo de Osma, giramos a la derecha por la CL-116 dirección Almazán.

En Lodares de Osma, a tan solo 6 kilómetros de El Burgo, paramos a mirar no sé qué del GPS y aquí es cuando tuvimos el percance más importante del viaje.

Terminamos lo que teníamos que hacer y, al volver a ponernos en marcha, pegamos con la maleta derecha en un bolardo que nos hizo dar con nuestros huesos en el suelo.

Nada roto, solo mi orgullo  motero dañado por una caída en parado.

Continuamos viaje y, viendo cómo se estaba poniendo el cielo, decidimos parar en una parada de autobús de estas que hay en la carretera, para ponernos los chubasqueros. Menos mal, porque 30 segundos más tarde…, diluvio. 30 minutos parados porque era imposible circular.

Se abre el cielo y aprovechamos para continuar viaje. Almazán, Morón de Almazán, Monteagudo de las Vicarías, y salir a la A-2.

 A esta altura ya había salido el sol. Autovía hacia Zaragoza, carretera muy agobiante.

Ya en Zaragoza, decidimos ir a comer a la Pepa, parada clásica en cualquiera de mis viajes que pase por Zaragoza.

A partir de aquí, poco más se puede decir. N-II hasta Lérida y A-2 hasta Barcelona.
A las 7 de la tarde llegamos a casa, cansados pero contentos por el pedazo viaje que nos hemos marcado.


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