25 AÑOS Y
SEGUIMOS EN LA CARRETERA
EL JERTE Y LA JARA, LOS VALLES ENCANCANTADOS
EXTREMADURA 2018
Hacía tiempo
que teníamos ganas de un viaje juntos por España y en moto. Todos los planetas
se alinearon y dieron como consecuencia 6 días de viaje.
La reunión
anual de RCC se celebraba este año en Plasencia (Cáceres), muy cerca del pueblo
de mis suegros, y decidimos ir, pero era una tirada muy larga para hacerla en
un día, así que haríamos parada y fonda en Cuenca la primera noche.
Preparadas
las rutas, contratados los hoteles, solo quedaba esperar que llegara el día de
partida…¡¡¡y el día llegó!!!
MIÉRCOLES 23
Es entre
semana, hay que madrugar para no pillar las caravanas de salida/entrada a
Barcelona. Es lo mismo, las vamos a pillar “SÍ” o “SÍ”. A las 7 salimos; serían
más de las 8 cuando comenzamos a subir los Bruc.
Habíamos
pensado hacer una ruta turística y, en vez de irnos por la costa, decidimos irnos por Lérida. No
me cansaré de decir que la A-2 Barcelona-Lérida es de las carreteras más
tediosas que uno se puede encontrar.
Parada en
Vilasana, café, pasta y gasolina. Es una parada habitual cada vez que salgo por
esta carretera.
Retomamos la
ruta dirección Lérida, y en Fraga salimos a la N-211 dirección Mequinenza. Una
parada de 10 minutos para unas gestiones, y seguimos.
La N-211 es
una carretera serpenteante que bordea el embalse de Mequinenza con unas curvas
muy rápidas y un firme muy bueno, que permite disfrutar de una conducción
rápida y segura.
Pasamos
Caspe, Alcañiz, y llegamos a Calanda donde paramos a descansar y a tomar algo.
Calanda es famosa por su tamborrada, sus melocotones y por ser la cuna del
famoso director de cine Luis Buñuel.
De vuelta a
la ruta, seguimos por la N-420 dirección Montalbán, donde se une con la N-211,
pero a la altura de Castell de Cabra giramos a la izquierda dirección Utrillas
por la A-2402, un pequeño puerto con un firme en muy buen estado y donde
disfrutamos de lo lindo.
En Escucha
volvemos a enlazar con la N-420. Mezquita de Jarque, Perales de Alfambra,
Peralejos y Teruel. Desde Teruel agarramos la N-330 hasta Torre Baja, donde
vuelve a convertirse en N-420 y que no dejaremos ya hasta llegar a Cuenca.
Acomodados
en el hotel y duchados después de un día supercaluroso, toca hacer turismo. Dirección
las Casas Colgadas, lo más típico de aquí.
Empezamos a
subir la cuesta y vemos las famosas casas. Unas construcciones en la roca y que
sobresalen al vacío sobre unas vigas de madera de un tamaño considerable.
Desde un
pequeño mirador se ve el parador y una parte de las casas.
Mientras
hacíamos la visita, nos abordó un lugareño que nos identificó rápidamente como
turistas y comenzó a darnos explicaciones sobre cómo llegar aquí y allí. Conocía
el lugar y valía para eso. Le hicimos caso y nos fuimos hasta el mirador del
Socorro, un lugar elevado desde donde se observaba todo el casco antiguo de
Cuenca desde un lado y la Cuenca actual desde el otro.
Estaba
haciéndose tarde y era la hora de cenar. Pues una buena cena y a descansar, que
habían sido más de 500 kilómetros, y la espalda de Merche los había notado.
JUEVES 24
Levantarse,
desayunar, preparar equipaje y… comenzar viaje otra vez.
Salimos de Cuenca
por la A-40 dirección Tarancón con un día soleado, un día de esos que gustan
para rodar, pero, como se suele decir, “poco dura la alegría en casa del pobre”,
y a la altura de Naharros empezó a soplar un viento un poco impertinente y que,
más adelante, se convirtió en un viento importante. Lo bueno es que soplaba
siempre del mismo lado, así que por lo menos sabías por dónde te iba a dar.
El cielo
se empezó a oscurecer un poco sin llegar
a llover, pero avisándonos de lo que vendría después.
Carrascosa
del Campo, Alcázar del Rey, Paredes… En una de las salidas de la autovía, no
recuerdo cuál, el viento me dio tal golpe que me tiró hacia fuera…, menos mal,
de la salida. Merche me preguntó si es que me había equivocado.
A la altura
de Tarancón nos vamos por la A-3 dirección Madrid para hacer una parada en
Fuentidueña de Tajo y saludar a unos amigos que no nos esperaban y que se
llevaron una buena sorpresa.
Algo más de
una hora y un buen almuerzo, y de vuelta a la carretera, esta vez con un
pequeño “txiri-miri” que no obligaba a chubasquero. Para no hacer marcha atrás,
nos fuimos por una carretera local que nos sacaría otra vez a la A-40.
Ya en Ocaña,
el GPS me jugó una mala pasada y me metió en la R-4. Después de la confusión,
por fin encontramos la N-400 dirección Toledo, y ahí que vamos. Poco que decir…,
buena carretera, rápida y con sol que volvía a lucir…, y llegando a Toledo que
el GPS vuelve a hacer de las suyas, esta vez apagándose y dejando de funcionar.
Parada en la entrada de Toledo a poner gasolina, refrescarnos un poco porque volvía
a hacer calor, y a ver por dónde tirábamos.
Cruzar
Toledo no fue muy bien: algún que otro despiste, alguna señal no muy clara y
después de varias equivocaciones, por fin entramos en la CM-4000 que nos
llevaría hasta Talavera de la Reina.
Una
carretera estupenda donde seguimos disfrutando de la ruta. Y como me gustan los
pueblos con nombres curiosos, pues paradita en…
Ya dentro de
la A-5 y pasado Talavera, hacemos otra parada. Hacía mucho calor, y aunque la
etapa no era de muchos kilómetros, ya notábamos las horas de moto.
De vuelta a
la carretera veíamos que, por nuestra izquierda, la tarde se estaba complicando
y unas nubes nos avisaban de lo que sería el resto de la jornada.
Pasamos
Navalmoral de la Mata y encontramos el desvío hacia Plasencia, pero seguimos
por la A-5. Queríamos pasar primero por Torrejón. Pasado Almaraz dejamos la A-5, y hasta Jaraicejo fuimos por la
antigua N-V.
En este
tramo entre Almaraz y Jaraicejo, de apenas 30 kilómetros, se encuentra el
puerto de Miravete. Un tramo muy divertido pero que, por tener la autovía
paralela en su recorrido, la conservación es prácticamente nula, con un firme
sin muchos baches pero roto en prácticamente su totalidad. Además, por estar
lloviendo y por el viento que hacía, el asfalto estaba muy sucio de las hojas
de los árboles. Hasta qué punto está desierta esta carretera que, a la salida
de una curva, nos encontramos con un cervatillo.
Ya en
Jaraicejo, giramos a la derecha por la EX-385, 32 kilómetros divididos en 2
rectas prácticamente interminables bordeadas de encinas a ambos lados de la
carretera. Y las nubes que nos volvían a dar tregua.
Llegamos al cruce donde nos indica a la derecha Plasencia por la EX-208, pero antes pararíamos en Torrejón el Rubio, pueblo de mis suegros y donde nos haríamos una foto…
…Una foto
planeada desde el primer día que decidimos hacer el viaje, una foto tan ansiada
como desapercibida.
Justo en ese
momento comenzó a llover y reemprendimos el viaje bajo el agua y sin chubasquero.
No hace falta deciros cómo nos estábamos poniendo. Y de repente… deja de llover
y medio aparece el sol y empezamos a secarnos un poco.
A todo esto,
el GPS guardado, porque no es impermeable, y ya me ves a mí llegando a
Plasencia sin saber dónde iba. Y vuelve a llover, una gota que parecía una
pedrada. 200 metros para llegar a una gasolinera y poder resguardarnos…, 200
metros en los que nos cayó toda el agua de la que nos habíamos librado durante
el todo el día. Cuando nos vieron entrar en la gasolinera nos miraban como
bichos raros…”mal día para ir en moto,
hoy” nos decían algunos.
Al final
conseguimos llegar, empapados, pero llegamos.
Por fin en el hotel, ducha, deshacer maletas, poner ropa a
secar… y pasear por el casco antiguo.
No me voy a extender en relatar lo maravillosa que es esta
ciudad, pero como dijo el General MacArthur… “volveré”.
VIERNES 25
El día despertó con un cielo plomizo, amenazando lluvia,
pero eso no nos frenó y salimos a hacer la ruta que teníamos planeada
Salimos por la EX-203 dirección Tejeda de Tiétar, una
carretera en muy buen estado, pero algo mojada de la lluvia de la noche
anterior.
Nuestra primera parada fue en el cementerio militar Alemán
de Cuacos de Yuste. Es un pequeño cementerio donde, entre 1980 y 1983, se
decidió reunir a los soldados alemanes que, o bien llegaron a las playas españolas
después de haberse hundido sus barcos, o bien murieron después de ser
rescatados.
En total hay 26 soldados de la I Guerra Mundial y 154 de la
II Guerra Mundial.
En las fotos no se pueden apreciar, pero allí se pueden ver
las edades de los soldados de la I y la II Guerra Mundial y se aprecia como la
media de edad entre una guerra y otra baja considerablemente.
Seguidamente visitamos el Monasterio de Yuste, donde murió
Carlos I. La verdad es que vale la pena visitarlo, aunque solo dejen hacer
fotos en los exteriores. En el interior y en la iglesia está prohibido. Una visita que no es que dure mucho, pero son
de esas visitas que te relajan, que te hacen ralentizar tu vida.
Salimos de Yuste y empezaba a chispear, y sin darnos cuenta
nos callo una chupa de agua que no nos dio tiempo a protegernos, imaginaos como
nos pusimos y en especial el cabreo que llevaba yo.
Íbamos por la EX-391, una carretera estrecha y con muchas
curvas pero con buen asfalto. Tranquilitos y poco a poco para adelante.
Llegamos a Garganta de la Olla y nos desviamos por la
CC-17.4. Íbamos buscando la Cascada del Caozo, y la ruta ya la tenía marcada en
el GPS. Pero en los “GPS” no te marca el estado de la carretera, y os puedo
asegurar que fueron 16 km, hasta Piornal, de una carretera destrozada, con un
asfalto que más bien parecía una pista forestal.
El paisaje era precioso, pero debía estar atento a la ruta
para no caer en uno de esos agujeros que más bien parecían entradas de metro.
Llegamos a Piornal, donde comimos y nos secamos un poco.
Después de comer, y aprovechando que volvía a hacer sol, visitamos la cascada
del Caozo. ¿Quién ha dicho que Extremadura es un secarral?
¡¡¡ TOMA AGUA!!!
Ya de
regreso a Plasencia por la CC-17.5, íbamos entre cerezos a uno y otro lado de
la carretera. Era el valle del Jerte en estado puro.
El sol lucía, la
N-110 era perfecta, pero la maldición que nos perseguía volvió a hacerse
presente y, a unos 4 km antes de llegar, se nubló de golpe y volvió a llover.
Estaba claro que nuestro destino era entrar en Plasencia empapados.
Por la tarde teníamos previsto encontrarnos con los
compañeros de RCC que poco a poco iban llegando. Una gran alegría volver a ver
a unos y poder conocer a otros que aún no había tenido ocasión.
Recepción en al ayuntamiento por el Exmo. Alcalde, y cena
entre amigos.
Terminado todo, nosotros a la cama, que estábamos cansados.
Mañana, otra ruta en moto.
SABADO 26
Ruta con los amigos de RCC. Gran parte de la ruta era
la misma que hicimos ayer, pero en sentido contrario. Y una visita sorpresa:
nos llevaron a la parcela de un amigo de Javi, donde nos explicaron los tipos
de cerezos y los tipos de cerezas que existían, y donde nos dejaron comer
cerezas directamente del árbol.
No hace falta decir que el sabor de la fruta recién cogida
no tiene nada que ver con las que te comes compradas en el súper.
Visitado el Valle del Jerte, nos dirigimos a comer antes de
visitar el Monfragüe.
El Salto del Gitano, un mirador desde donde se puede observar
el verde turquesa del río Tajo.
Regresamos a Plasencia, esta vez sin mojarnos. Reunión de
RCC y cena de hermandad.
Después de la cena, saludos, despedidas y a descansar, que
mañana volvemos para casa, pero haciendo parada en “Torreznolandia”, en El
Burgo de Osma, donde se comen unos de los mejores torreznos de toda Soria.
DOMINGO 27
Levantarse, desayunar y preparar maletas para comenzar el
viaje de regreso.
La mañana pintaba bien, pero unas nubes por la zona donde
deberíamos ir, nos hicieron pensar que el día no sería tan bueno como deseábamos.
Decidimos no hacer la ruta más lógica, que hubiera sido por
la N-110, y nos fuimos por la N-630 dirección Salamanca. Tenía el antojo, desde
hacía muchos años, de pasar con Merche por
Baños de Montemayor y el puerto de Béjar.
Después del capricho, nos desviamos por la SA-102 en
Sorihuela hasta Piedrahita, donde enlazamos con la N-110 y que ya no dejaríamos
hasta nuestro destino.
El cielo se estaba cerrando cada vez más, y teníamos claro
que nos íbamos a mojar, pero queríamos llegar a comer a Ávila.
Lo conseguimos y paramos en Casa Eladio. La decoración de
este sito era muy peculiar… Os invito a que lo busquéis en internet…, pero es
que comimos de maravilla.
Fue aparcar, y descargó una tormenta impresionante. Si nos
hubiera pillado en ruta…, seguro que nos mojamos.
Judías con oreja, huevos rotos con jamón, chorizo…¡¡¡QUE
VIVA EL COLESTEROL!!!.
Un par de intentos de volver a la ruta, pero el agua nos
volvía a fastidiar.
¡¡¡Ha parado de llover, venga, vámonos!!!
Y ahora, hacia Segovia. Villacastín, Fuentemilanos, Segovia,
el cielo se volvía a cerrar, se abría, se cerraba otra vez, Sigueruelo, Santo
Tomé del Puerto, se volvía a abrir.
Aún así estábamos teniendo una muy buena ruta, buena
carretera y muy rápida.
En San Esteban de Gormaz enlazamos con la N-122, que en
pocos kilómetros nos llevaría a El Burgo de Osma.
Parada en el hotel, y a hacer turismo.
Y ¡cómo no!, no podíamos pasar por El Burgo de Osma y no comernos unos torreznos en el Círculo Católico. ¡¡¡Y QUE SIGA VIVIENDO EL COLESTEROL!!!
Después de la visita turística, al hotel a descansar, que
mañana queda más.
LUNES 28
Pues como siempre, levantarse, desayunar y preparar maletas.
Lo primero fue mirar por la ventana y… nublado y amenaza de agua.
Nada más dejar El Busrgo de Osma, giramos a la derecha por
la CL-116 dirección Almazán.
En Lodares de Osma, a tan solo 6 kilómetros de El Burgo,
paramos a mirar no sé qué del GPS y aquí es cuando tuvimos el percance más
importante del viaje.
Terminamos lo que teníamos que hacer y, al volver a ponernos
en marcha, pegamos con la maleta derecha en un bolardo que nos hizo dar con
nuestros huesos en el suelo.
Nada roto, solo mi orgullo
motero dañado por una caída en parado.
Continuamos viaje y, viendo cómo se estaba poniendo el
cielo, decidimos parar en una parada de autobús de estas que hay en la
carretera, para ponernos los chubasqueros. Menos mal, porque 30 segundos más
tarde…, diluvio. 30 minutos parados porque era imposible circular.
Se abre el cielo y aprovechamos para continuar viaje. Almazán,
Morón de Almazán, Monteagudo de las Vicarías, y salir a la A-2.
A esta altura ya
había salido el sol. Autovía hacia Zaragoza, carretera muy agobiante.
Ya en Zaragoza, decidimos ir a comer a la Pepa, parada
clásica en cualquiera de mis viajes que pase por Zaragoza.
A partir de aquí, poco más se puede decir. N-II hasta Lérida
y A-2 hasta Barcelona.
A las 7 de la tarde llegamos a casa, cansados pero contentos
por el pedazo viaje que nos hemos marcado.